lunes, 22 de septiembre de 2008

La mirada

Un hombre encuentra a una mujer por la calle, la toma, la lleva de inmediato a su casa y una vez allí la desnuda completamente y se dedica a contemplarla. La situación es simple: ella de pie, a cuatro pasos del hombre que la mira desde un viejo sillón de cuero, la mira dentro de un círculo perfecto, sólo perturbado por los reflejos de algunos objetos laterales que apenas colorean el aire. La mira sin pausas, limpiamente como sólo puede hacerlo el ojo frío y destructor de los sueños. Al poco rato, la mujer comienza a desmantelarse. Caen los senos, los brazos desgajados se desprenden y todas las protuberancias se deslían, teniendo como centro el foso imantado del vientre.
Cuando delante de él no hay más que aire y luz del día, el hombre oye en su cabeza el zumbido de cien años de vida. Cierra los ojos y piensa que dormirá hasta que lo despierten.

Salvador Garmendia

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