martes, 23 de septiembre de 2008

Cartomancia

Pálido y temblando, enfundado en un sobretodo exageradamente grande y con un sombrero ridículo encasquetado hasta los ojos, el hombre volvió a preguntar sobre su futuro. La adivina siguió estudiando la distribución de las cartas sobre la mesa sin levantar la vista; parecía esforzarse en encontrar alguna buena noticia entre tanta desolación.
—Por favor —insistió débilmente— dígame lo que vea aunque parezca terrible.
—Está todo muy confuso —ella dio un profundo suspiro—. Lo único que veo claro es un suicidio.
—Eso no importa. ¿Qué más? ¿Qué va a pasar ahora?
—¿Cómo qué más? —dijo ella ofendida y recogió las cartas con vehemencia—. Es su suicidio el que aparece, por si no se dio cuenta. Y no hay nada más que ver. ¿Le sigue pareciendo poco?
—Sí —dijo él, casi sonriendo pero evidentemente desilusionado; dejó unas monedas sobre la mesa y se puso de pie con esfuerzo. Antes de salir, se sacó el sombrero con gentileza a modo de saludo y ella pudo verle en la sien, durante apenas un instante, un orificio oscuro, profundo, rodeado de sangre seca.

Juan Sabia

No hay comentarios: