martes, 3 de marzo de 2009

Sangre para un sueño

Soñé que atravesaba la selva —nos dijo un día su cansancio y sacudió briznas de hojas, ramujos y musgo que se le pegaron en la travesía. Su jadeo era de rachas vegetales, como si arrancara una raíz fresca y honda.
Después lo perdimos de vista.
“Debió regresar a su dueño” —pensé, recordando que en esa ocasión traía roto el vestido y tuvieron que extraerle espinas y astillas de árboles inusitados, de palmas y árboles inusitados.
Pero una mañana volvió. Pudimos entenderle que estuvo soñando con una puñalada.
—Aquí, miren.
Se desgonzaba su fuerza cuando preguntamos qué le había ocurrido. Logró apoyarse en un brazo y levantar la cabeza, pero volvió a caer. Sin tiempo de responder si la sangre era también parte de su sueño.

Manuel Mejía Vallejo

No hay comentarios: