Quiero entenebrecer la alegría de alguien.
Quiero turbar la paz del que está tranquilo.
Quiero deslizarme calladamente en lo tuyo para que no tengas sosiego; justamente como el parásito ha tenido el acierto de localizarse en tu cerebro y que te congestionará uno de estos días, sin anuncio ni remordimiento.
Pablo Palacio
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