martes, 10 de febrero de 2009

Iniciales

Se encendió la luz en el living comedor. La certeza de que había alguien más. La policía secreta nos tomó por sorpresa. Íbamos a comenzar una nueva etapa en nuestras vidas. Eso dijeron. Una etapa de la que nuestros padres no nos habían advertido, justamente porque la ignorancia era la clave. O tal vez, porque una vez vivida es olvidada. Supimos entonces que nos embarcábamos en un presente desplazado. Se nos permitió una llamada telefónica. Me comuniqué con mis padres. Se alarmaron. En el pequeño hotel en que vivíamos las condiciones eran precarias. Recuerdo un ascensor exiguo y oscuro y la humedad del subsuelo trepando por mis piernas mientras dormía. Recuerdo el sabor amargo de los narcóticos y la proximidad de las ratas. Y por último la luz intensa y dolorosa del día en que nos dieron de alta porque habíamos aprendido. No supe qué pero tampoco me atreví a desmentirlo cuando aquel doctor nos lo comunicó. Y eso fue todo, al menos todo lo que hasta hoy recuerdo de vez en cuando. Pero aún conservo en mis pijamas esas extrañas iniciales que todavía algunos confunden con una marca de ropa.

Débora Vázquez

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