Wilhelm y Melitta tal vez no tengan nombres de enanos, pero lo son. Y además de enanos son marido y mujer, desde hace 25 años. Ayer, para celebrar sus bodas de plata, Wilhelm se vistió de chaqué y chistera y Melitta de traje largo y velo. Parecían exactamente lo que eran: dos enanos vestidos de novios para celebrar sus 25 años de vida conyugal.
Cuando penetraron a la inmensa catedral de St. Stephan, en Viena, había una tremenda multitud de dos mil colosos, congregada para ver a los enanos. Dos mil monstruos gigantescos en uno de los retablos más grandes del mundo. Era un mundo de monstruos: desproporcionados policías montando guardia en la puerta, enormes corceles blancos, afuera, uncidos a media docena de calesas inmensas y una doble fila de dos mil gigantes, viendo pasar a Wilhelm y Melitta, las dos únicas personas normales en aquella vertiginosa pesadilla.
Gabriel García Márquez
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