Los vegetarianos me dijeron que una nuez tiene las mismas proteínas que un bife. Así que el domingo compré nueces. Soy mujer de ideas antiguas o bien de escasos artefactos modernos. Ergo: no dispongo de rompenueces. De modo que pretendí partir a las condenadas golpeándolas contra la mesa. Imposible. Apelé a mi instinto y aplasté una contra otra. Infalible.
La comprobación me enseñó que aún con feminismo y todo, la mejor forma de dividir a las mujeres no es aplastándolas contra el piso —como nos hacen a algunas—, sino apretándolas una contra otra.
Como las nueces.
Esther Andradi
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