miércoles, 17 de diciembre de 2008

Pie de página

Escribí la novela para que, al leer la dedicatoria, Elena comprendiera su crueldad de dieciséis años. No buscaba una excusa, una explicación, aunque también. Pretendía que me supiera vivo, incluso asumiendo su orgullo como artesana de la herida perfecta.
Alguien me dio la noticia en la caseta de firmas. Sentí, primero, alivio. Su imagen sería para siempre la que recordaba, sin facturas de tiempo. Sentí, luego, pena y sensación de tiempo perdido; ¿qué me importaba quien leyese aquellas páginas ahora que su destinataria ya no existía?
Un sueño largo y roto, una venganza inconclusa.
La misma persona me dijo; has triunfado. Miré la pila de libros idénticos que me rodeaba, la hilera de rostros esperando mi firma a pie de página, y supe que el hombre tenía razón, y gocé el triunfo de la inutilidad perfecta.

Julio Riquelme

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