domingo, 12 de abril de 2009

Relato pánico II

Detrás está una monja con una gran sartén sobre el fuego. Creo que está haciendo una tortilla; tiene un par de huevos gigantescos junto a ella. Cuando me acerco me mira fijamente y observo que debajo de su sotana, en vez de pies, aparecen dos ancas de rana.
En la sartén hay un hombre con un aire indiferente. De vez en cuando saca un pie —quizá se queme demasiado— y la monja se lo vuelve a meter. Ahora el hombre se ha quedado inmóvil y una especie de salsa le cubre. Esta sopa se vuelve espesa, ya no le veo más.
La monja me pide que vaya con ella a un rincón. La sigo. Y ya comienza a contarme obscenidades en un tono de murmullo. Para comprenderla mejor me acerco a ella y noto que acaricia mi sexo, pero no me atrevo a decir nada. Alguien se ríe detrás de nosotros, miro las manos de la monja y descubro que son dos ancas de rana.
Me doy cuenta de que estoy desnudo y temo que me vean así. Ella me dice que me meta en la gigantesca sartén para que nadie me vea. Me meto. La sopa cada vez está más caliente. Intento sacar un pie pero la monja me lo impide. La salsa me cubre por completo y el calor aumenta constantemente.
Ahora me abraso.

Fernando Arrabal

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