Cuando conocí la casa de Neruda en Isla Negra me contaron que la gente del pueblo había impedido que la saquearan los militares. Se trata de una casa llena de objetos: un caballo de infancia, botellas de todas las formas imaginables, insectos y caracoles y piedras y mascarones. Precisamente en la sala donde están éstos reunidos, los visitantes nos quedamos silenciosos. Entonces Jenny Lind me dijo que ella y los otros mascarones enfrentaron a los forajidos junto con la gente, ahuyentándolos para siempre.
Conteniendo la emoción miré al mar violento desde esa altura, escuchando todavía las palabras de Jenny Lind: “Hablo para muy pocos, sólo para quienes sospechan nuestro secreto cerca del hogar, recordando a piratas, a tabernas y a poetas”.
Gustavo Zappa
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