viernes, 20 de febrero de 2009

El hombre migratorio

Enoch, de Rumania, soñó una noche que la muerte le daba alcance en un bosque de alerces nevados y ríos de escarcha. Al despertar, su mente simple concibió un plan simple. Con las primeras lluvias de otoño emigró al hemisferio sur y, seis meses después, volvió a escapar del invierno retornando a su patria. Desde entonces sigue eternamente a las golondrinas en cautelosos barcos. Es entre los inmortales el más bronceado.

Guillermo Martínez

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