sábado, 1 de noviembre de 2008

Con Dios

Dos hombres paseaban por el valle y uno, señalando hacia la montaña, dijo:
—¿Ves esa ermita? Allí vive un hombre que hace ya mucho tiempo se divorció del mundo. Busca a Dios y a nada más sobre la tierra.
—No encontrará a Dios —dijo el otro hombre— hasta que no abandone su ermita y la soledad que lo envuelve, y regrese a nuestro mundo a compartir nuestra alegría y dolor, a bailar con nuestras bailarinas en las fiestas de esponsales, y a llorar junto a aquellos que lloran alrededor del ataúd de nuestros muertos.
Y el otro hombre se convenció en su corazón, mas, pese a ello, respondió:
—Concuerdo con lo que dices, mas creo que el ermitaño es un buen hombre. Y ¿no podría ser que un solo buen hombre con su ausencia obrara mayores bienes que la aparente bondad de tantos hombres?

Gibrán Jalil Gibrán

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